miércoles, 21 de abril de 2010

"Si crees que el dinero hace todo...harás todo por el dinero"

Consumir es una actividad cotidiana, no nos damos cuenta cuántas veces al día practicamos esta “actividad”, son tantas las veces, que ya es parte de nuestra vida.
¿Qué sería del mundo si el consumo no existiera?, nada sería igual. (Es probable en ese caso que existieran otras actividades que nos llevarían a “pecar” tal como lo hace el consumo).

Hoy en día el capitalismo neoliberal nos ha entregado el hábito de consumir como lo más ordinario. Todo el mundo consume. Sí, así es, todos consumimos, es parte de nosotros. Es cosa de ver nuestro alrededor, autos nuevos circulando por las calles todos los días, docenas de modelos de celulares sofisticados se estrenan diariamente entre las personas, televisores de último modelo entre tantas cosas. ¿Esta mal consumir?, según yo no, no es malo. Pero lo que sí nos lleva a nuestro propio deterioro es cuando no se establecen límites y no hay autocontrol, cuando comienza el comportamiento hedonista y nuestra esclavitud por el consumo.

El feudalismo (siglos X y XII) fue reemplazado por el modelo capitalista (siglo XVI) en Inglaterra. Este modelo económico se basa en el comercio, en el uso masivo del dinero y en la propiedad privada de los medios de producción. Este es un modelo expansivo y para subsistir necesita instalar en cada uno de nosotros la necesidad del consumo, pero como aborrece el hecho de que esto tome tiempo, busca la manera de establecer en nosotros un deseo incapaz de controlar, y es así como comienza poco a poco la actitud hedonista. ¿Cómo crea el capitalismo neoliberal esa necesidad en nosotros?, creando instituciones que nos permitan saciar nuestro deseo instantáneamente, los malls y grandes tiendas; las catedrales del consumo según Moulian. Todo esto lo promueven las propagandas, la televisión y/o cualquier medio masivo de comunicación.
Para crear efectos hedonistas en nuestra cultura, la modernidad se encarga y permite a la sociedad consumir sin remordimiento y sin peligro.

Moulian con frecuencia menciona el término “la propaganda” en su libro “El consumo me consume” para referirse a una de las causantes del consumo hedonista en el mundo, pero se debe dejar en claro la diferencia entre la propaganda y la publicidad, palabra que Moulian nunca señala. La propaganda por definición es una actividad que da a conocer alguna cosa intentando persuadir al público de las cualidades y ventajas que reporta, un ejemplo podría ser una propaganda política. Mientras que la publicidad busca divulgar noticias de carácter comercial para vender un servicio, un producto o una idea. Por lo tanto, la palabra publicidad sería más adecuada dentro del contexto que el autor desea apuntar. Sin embargo, no esta mal emplear el término “la propaganda”.

La publicidad- mayoritariamente culpable de nuestro consumo- hace ver a nuestros ojos el goce, placer y satisfacción de los objetos y servicios. Esta está plenamente conectada con el confort y la belleza. “A su vez, la propaganda crea y reproduce en escala ampliada el deseo de la adquisición vertiginosa. Esparce ante nuestros ojos el deleite de los objetos o de los servicios, todo lo escenifica en medio de belleza y el confort” (Moulian “El consume me consume” P. 24). Podemos apreciar que en esta cita Moulian utiliza la palabra p r o p a g a n d a.
El efecto que produce esto en nosotros es una atracción que imposibilita pensar dos veces antes de consumir, porque al ver esa seductora propaganda de “¡llame ya y cambie su vida!” se apodera de nuestra racionalidad. ¿Qué es verdaderamente la racionalidad?. Esta es la capacidad humana que nos permite pensar, evaluar y actuar bajo la influencia de la razón. Todo ser humano posee esta cualidad, algunos más desarrollados que otros tal vez, pero aún así todos. Muchas veces nos vemos enfrentados ante una situación que bloquea la capacidad de reaccionar y decidir con racionalidad, y una de esas situaciones es en el momento de confrontar el deseo por el consumo. Porque cuando vemos un escape en mercar un auto de lujo o viajar al caribe nuestra “balanza” mental de lo que está correcto y de lo que esta mal se desequilibra, y sólo el estoico, (prototipo de persona con más dominio del auto control) es capaz de equilibrarla con más facilidad.

Cuando el consumo pasa a ser un proyecto de primer plano en nuestras vidas y una pasión sin límite, se hace necesario más y más dinero y para obtenerlo se necesita trabajar (lo ideal). Es aquí cuando se inicia la etapa de fetichización del dinero; atesorarlo más que cualquier otra cosa. Pensar que el dinero alcanza lo inalcanzable y que lo material es todo. “El dinero adquiere un posicionamiento simbólico, el cual supera con largueza su condición de medio de intercambio. Puede decirse que el dinero se hace poder, identidad, felicidad” (Moulian “El consumo me consume” P. 34)
El dinero puede ser utilizado de dos formas: como inversión para obtener más dinero, y la otra es intercambiarlo inmediatamente por cosas materiales; al fin y al cabo las dos formas llegan a ser una. Al invertir dinero se obtiene más dinero, luego ese dinero se vuelve a invertir, no importa cuantas veces se invierta y se consiga más y más, ese dinero va a llegar a su fin cuando sea el momento de gastarlo y en algunos casos de derrocharlo.
Éste comienza también a ejercer en las personas el sentimiento de que mientras más dinero se obtiene, más se puede consumir, mientras más se consume, se va creando una identidad nueva que mostar a los demás, el clásico ejemplo del “dime qué tienes y te diré quién eres”.

Cuando se cree que el dinero lo es todo y solo lo material es válido, se va perdiendo el valor interior de una de una buena persona, alguien íntegro, inteligente, solidario...ya no interesan sus cualidades, solo importa si tiene lo suficiente para consumir (consumo hedonista); y a mi juicio, esto conduce hacía el arribismo, una actitud negativa que nace por el anhelo de poder acceder a una clase superior sin importar los medios que se deban utilizar para obtener la felicidad que se basa en status económico y bienes materiales.

Tomás Moulian hace referencia a la fetichización del dinero no solo como adoración de este mismo, sino que consiste en otorgarle un valor mucho más de lo que realmente vale, una sobrevalorización. “Adjudicarle al dinero capacidades desorbitadas en cuanto es el medio de la adquisición” (Moulian “El consumo me consume” P. 36)
Obtener dinero no siempre significa trabajar en lo que más nos complace, pero el confort va primero, por eso existen ocaciones en que las personas se desligan de sus verdaderas vocaciones para así ejercer lo que realmente les permite producir, para luego transformar esa producción en consumo. “Producir para consumir”, un circulo vicioso sin término. Este pensamiento, o más bien rutina comienza cuando una persona sólo visualiza un futuro materialista a su producción. En otras palabras, todos los ingresos económicos serán destinados para actualizar los objetos tecnológicos de la casa, los muebles y comprar zapatos, ¿y por qué no un viaje?. Así es como comienza, y no termina.

Moulian hace alusión a que el consumo se adhiere a nosotros en forma masiva cuando las motivaciones trascendentales han desaparecido por completo, aunque ellas puedan ser la revolución, la autarquía o soberanía humana. “ Para que el consumo se instale masivamente de esta forma se hace necesaria la muerte de las motivaciones trascendentales” (Moulian “El consume me consume” P.26)
Según mi criterio cuando alguien olvida su identidad, abandona su esencia y se vende por dinero; no hay vuelta atrás. Se ha transformado en un esclavo del consumismo, sometido y atrapado a un comportamiento hedonista-individualista. "Si crees que el dinero hace todo...harás todo por el dinero".

El modelo económico neoliberal es una de las principales fuentes culpables de donde viene la cultura individualista-hedonista. Gracias al capitalismo neoliberal ver actualmente una sociedad más solidaria, mucho menos individualista y preocupada de su alrededor, sería algo completamente fuera de lo común. Algo que ya casi no es visto, y uno de los primeros respaldos para esa aseveración es vernos hoy a nosotros mismos. El 27 de Febrero del 2010 el famoso terremoto golpeó a Chile como todos sabemos. Los habitantes en Concepción, Talca, Copquecura, Cauquenes entre otros aún siguen en condiciones lamentables, sin agua, sin un techo sólido y sin comida para abastecer a todos. Chile se levantó y ayudó la primera semana, algunos ofrecieron ayuda para construir mediasaguas pero un mes después ya todos lo olvidaron. Viven felices las personas que no perdieron sus bienes y ahora todos están pendientes de cambiar su televisor plasma último modelo para el mundial. Esto es un comportamiento individualista a un cien porciento y creo que nadie, incluyéndome, está exento.

La construcción del mundo hedonista es una cuestión del día a día, que está vinculada con un sentido de vida completamente desligado de las motivaciones altruistas y caritativas, aquí es donde se une el concepto del síndrome individualista; “yo y yo y nadie más que yo.”

Criticar el consumo no es algo lógico, esperar que en la sociedad se acabe el consumo es algo completamente absurdo y utópico, no sería una sociedad normal, no tendría un funcionamiento razonable. Pero lo qué sí se debe criticar es el consumo hedonista-individualista que está dañando diariamente las sociedades del mundo. “Lo que debe criticarse es el consumo hedonista, el que se conecta con el síndrome del individualismo” (Moulian “El consumo me consume” P.67).
Querer consumir pero no tener autocontrol ni límites para hacerlo, es muy riesgoso porque el capitalismo neoliberal nos atrapa y nos incita a consumir aunque no se tengan los recursos necesarios. Se consume hasta que ya no se puede más...hasta que llega el momento de saldar todas esas deudas. Eso es completamente una conducta hedonista, al cual se vincula con un comportamiento individualista y el que conlleva a una actitud irracional que sin darnos cuenta nos convierte en esclavos del consumo.
Estoy completamente de acuerdo con Moulian y me atrevo a suponer que ustedes también están de acuerdo, cuando él a modo de conclusión en su libro propone que no es necesario cerrar los malls “como si fueran templos del demonio”, pero sí concentrarse en construir una sociedad más unánime y solidaria, para complementar el consumo y demostrar que sí se puede fabricar una sociedad un poco más balanceada, y que de a poco se puede derrumbar el hedonismo y encontrar el equilibrio.

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